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Deberes, ayudar sin excesos

Deberes, ayudar sin exceso

Hace unas semanas, la Redacción de PADRES recibió un correo de Carmen, una madre que se quejaba del exceso de deberes que traen sus hijos a casa y de la dependencia que esto genera al verse los chavales obligados a pedir ayuda para completarlos. “¿Qué hacemos?”, se preguntaba Carmen, “¿no les ayudamos y que se queden los deberes sin hacer? Entonces seremos malos padres porque no colaboramos en la Educación de nuestros hijos”. El correo electrónico terminaba pidiendo un “término medio” que fomente tanto la implicación de los padres como la autonomía del alumno.

Tras consultar diversas fuentes y listados de consejos (en ocasiones contradictorios), os ofrecemos una síntesis que puede resolver vuestras dudas a la hora de prestar (o no) ayuda con las tareas escolares que vuestros hijos realizan en el hogar.


ANTES

Un buen comienzo pasa por explicar –e insistir sobre ello cuando sea necesario– por qué es importante hacer los deberes. No os faltarán razones: el valor del esfuerzo, la recompensa a la perseverancia, la práctica como único camino para dominar el conocimiento…

Antes de fijar las horas de estudio diario, resulta conveniente reunirse con profesores y tutores para que nos indiquen una estimación realista sobre cuánto tiempo necesitarán sus alumnos al realizar los trabajos que ellos mandan. Aunque es difícil generalizar, se supone que al principio de la Primaria no se debe superar la media hora al día, aumentando a una hora en los últimos cursos de esta etapa y los primeros de la ESO, y flexibilizando los márgenes en edades superiores, aunque procurando no pasar de la hora y media salvo en época de exámenes.

Como costumbre, los expertos aconsejan mostrar un alto grado de interés al preguntar sobre lo aprendido cada día y pedir a nuestros hijos que nos muestren los deberes encomendados. Así mantenemos un vínculo constante con su aprendizaje y podemos contribuir en un aspecto en el que la ayuda paterna se antoja especialmente bienvenida: discernir las tareas más difíciles para que se acometan al principio.


DURANTE

Fundamental, nunca ofrecer ayuda si el niño no la solicita. Se trata de una tentación ante la que sucumben muchos padres (especialmente las madres) y que resulta del todo contraproducente. Teniendo esto claro, involucrarse o no constituye un dilema en el que debemos ponderar factores como la capacidad de nuestro hijo o la complejidad del ejercicio concreto.

Cuando optamos por dejarlo solo, podemos prestar ayuda indirecta empleándonos nosotros mismos en una acción productiva mientras el chico estudia y, desde luego, posponiendo actividades en familia de las que él quede excluido.

Si por el contrario accedemos a trabajar codo con codo, no hay que olvidar que nuestra misión pasa por orientar, animar y facilitar la comprensión, pero nunca por resolver problemas ni ofrecer respuestas. Un aspecto en el que los padres pueden brindar una ayuda impagable tiene que ver con la organización y esquematización de contenidos, un aprendizaje que debemos cultivar desde edades tempranas.


DESPUÉS

Los deberes se revisan, pero no se corrigen. Interesa echar un vistazo para comprobar que se han finalizado las tareas y obtener información sobre los avances de nuestro hijo. Si los corregimos, sólo estamos engañando al profesor sobre el rendimiento de uno de sus alumnos.

El fin de semana es el momento idóneo para recoger los frutos del esfuerzo. Si ha trabajado bien, prémiale con algún detalle que reconozca su dedicación. Pizza, cine, horas de sueño, permisos extra… Tú mejor que nadie conoces las opciones.


TIEMPO DE ESTUDIO

Un reciente estudio de la Fundación Antena 3 pone de manifiesto que el 77% de los alumnos de Primaria recibe algún tipo de ayuda “a la hora de estudiar o hacer los deberes”, aunque sólo un 23% lo hace de forma habitual. En cuatro de cada cinco casos, son los padres los que prestan esta ayuda. En Secundaria, el 71% de los estudiantes se benefician de apoyo en los estudios. Cuando la ayuda es frecuente en esta etapa (un 21%), suele haber detrás un profesor particular.

En cuanto al tiempo de estudio en casa, existe una notable discrepancia entre lo que responden los alumnos y sus padres. En Primaria, la media se sitúa en 67 minutos durante el año según los alumnos (85 según sus padres) y 94 en época de exámenes (115 para los progenitores); en Secundaria, la cifras aumentan a 84 minutos a lo largo del curso (103) y 152 cuando se aproximan las evaluaciones (165).


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