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¿Problemas de concentración o cuestión de tiempo?

¿Problemas de concentración o cuestión de tiempo?

Nadie se asusta de que un niño tenga voz aguda y pequeña estatura hasta que no finaliza completamente su etapa de crecimiento.
En estos casos, los estudios científicos fijan con bastante precisión cuándo termina cada fase de desarrollo, pero la propia experiencia también es un indicador válido, ya que estamos acostumbrados a ver los cambios físicos que se producen en los adolescentes. Por eso, cuando se produce cualquier pequeño retraso en el desarrollo, dejamos que el tiempo pase sin mayores preocupaciones.

Sin embargo, las alarmas se suelen activar ante problemas de aprendizaje o dificultades de concentración cuando, en muchos casos, también están íntimamente relacionados con el crecimiento anatómico: exactamente con el desarrollo cerebral.

MADUREZ A LOS 30

Hace unos meses, unos investigadores del Institute of Cognitive Neuroscience, perteneciente al University College London, publicaron un artículo (Development of the Selection and Manipulation of Self-Generated Thoughts in Adolescence) en el que aseguraban que los adolescentes y adultos jóvenes tienen dificultades para concentrarse debido a que su cerebro no está todavía plenamente desarrollado.
El estudio afirma que la madurez no se alcanza hasta rondar los 30 años de edad, mucho más tarde de lo que se venía admitiendo hasta ahora. En esta investigación, 179 adolescentes y adultos jóvenes realizaron un ejercicio delante de una pantalla de ordenador.

El objetivo era medir su capacidad para alternar entre sus propios pensamientos y la concentración en el ejercicio, así como medir la capacidad para ignorar las distracciones que aparecían en la pantalla.
Los resultados indicaron que los cerebros de los adolescentes trabajan de manera mucho menos eficiente que los de los adultos, derrochando una enorme actividad cerebral innecesaria. Junto con esto, la investigación concluyó que la capacidad para pasar de la reflexión abstracta a la concentración, así como la velocidad en hacerlo, sigue desarrollándose durante la adolescencia y mejora con la edad.

Según una de las autoras del estudio, no siempre es fácil para un adolescente prestar atención en clase impidiendo vagar a su mente, o resolver un problema de matemáticas en casa haciendo caso omiso a las distracciones de un hermano menor.

SE CURA "SOLO"

Hay estudios científicos anteriores que confirman la necesidad de que pase el tiempo para que el cerebro se vuelva más eficiente.

En uno de ellos, realizado por un equipo internacional de la Universidad de Northwestern, se analizaron los datos de seis amplios estudios previos terminados en los últimos cuarenta años. Los investigadores identificaron a los niños más problemáticos (calificados por sus profesores de antisociales o indisciplinados) durante la etapa de Educación Infantil, y observaron su evolución en los años sucesivos.
El resultado fue que al terminar la enseñanza Primaria esos niños eran estadísticamente iguales a sus compañeros. Los científicos no detectaron relación entre los problemas de conducta en las edades más tempranas y el rendimiento escolar posterior.

Otro de esos estudios que revela la necesidad de que pase el tiempo, elaborado esta vez por el National Institute of Mental Health, analizó el desarrollo cerebral de niños con trastorno por déficit de atención o hiperactividad, mediante técnicas de diagnóstico por imagen. Se estima que alrededor del 5% de los chicos en edad escolar son diagnosticados con este trastorno.
El equipo de investigadores concluyó que los cerebros de niños con hiperactividad se desarrollan con normalidad, pero más lentamente en algunas áreas. Esto explica por qué la mayoría de los chicos con ese trastorno lo superan en la adolescencia o incluso antes.

En el primer estudio citado, del University College London , también se utilizó la técnica de diagnóstico por imagen, y el resultado fue que el cerebro de los adolescentes realiza una actividad muy alta en la región cerebral encargada de actividades como procesar la información, pasar del pensamiento abstracto a la acción, planificar y tomar decisiones.
Es decir, su esfuerzo cerebral es mucho más alto que el de los adultos para realizar la misma tarea.

Ante investigaciones de este tipo, muchos se preguntan si no se están “patologizando” comportamientos y conductas que obedecen a una falta de madurez cerebral.
Está admitido que después de difundirse mucho las características de un trastorno, se puede producir un exceso de diagnósticos.
La consecuencia es que puede haber, aunque no sea demasiado frecuente, niños diagnosticados con trastorno por déficit de atención cuando son más revoltosos de lo normal o padecen otros trastornos. Por esta razón, hay psicólogos infantiles que afirman que los profesores y educadores disponen de herramientas para resolver muchos problemas de conducta, de forma que los niños y niñas que los padecen puedan aprender exactamente lo mismo que el resto de sus compañeros.


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